01 febrero 2008

Del muy otro 2007 al nuevo 2008 [8]

No se equivoca el Subcomandante Insurgente Marcos cuando dice: “Entendemos […] que para algunos medios sólo seamos noticia cuando estamos matando o muriendo”; como ninguna de estas dos cosas han sucedido, sino que el zapatismo ha apostado por generar una larga discusión teórica que no esté divorciada de su praxis política, “porque para nosotros, nosotras las zapatistas, el problema teórico es un problema práctico”, los medios que inclusive antes eran reconocidos como altavoz del zapatismo han reducido destacadamente su cobertura para con éste y lo que de éste surja. La excepción de lo que ya se va volviendo una regla la representan Hermann Bellinghausen y Gloria Muñoz Ramírez, por un lado, y Zósimo Camacho y Nancy Flores, por el otro; periodistas que trabajan para el diario La Jornada y la revista Contralínea, respectivamente.

La Jornada se había caracterizado desde 1994 como un resonador de la palabra zapatista, lo que no parecía extraño dado que desde su fundación diez años antes se había ido ganando el reconocimiento como uno de los periódicos que daban cabida a las voces de la sociedad que otros medios desdeñaban. Sin embargo, a raíz de los comunicados zapatistas que desde 2005 significaron fuertes críticas al perredismo y marcaron el deslinde del EZLN respecto a la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, el rotativo fundado por Carlos Payán y actualmente dirigido por Carmen Lira disminuyó en gran medida su atención a las palabras del Subcomandante Insurgente Marcos, vocero y jefe militar del EZLN, otrora consentido de su línea editorial.

Más aún, como recordara el periodista Julio Chávez Sánchez en 2005, “el diario también engañó a sus lectores […] al publicar en su sumario ‘Si están con ellos no están con nosotros’. La frase se la adjudicaron al líder zapatista. Sin embargo, Marcos no esgrimió esa advertencia. Más aún, en las notas que se publican en interiores no aparece por algún lado.” (Etcétera, septiembre de 2005). Durante 2007 el trato no fue muy diferente: con todo y sus poco más de 400 notas, crónicas, artículos, columnas y reproducciones de comunicados a lo largo del año pasado, La Jornada continuó con su postura de favorecer el seguimiento mediático al “movimiento de resistencia” (sic) lopezobradorista y los desfiguros del perredismo, por un lado, y limitar la cobertura al EZLN, el proceso de autonomía de los pueblos y comunidades indígenas en Chiapas y las luchas de resistencia que se han aglutinado entorno a la Otra campaña y la Zezta Internacional, por el otro. Pero honor a quien honor merece: por mucho La Jornada siguió marcando la diferencia; otros espacios ni siquiera alcanzaron el medio centenar de referencias y la mayoría, si hicieron diez menciones respecto al zapatismo, la Otra o la Zezta, ya es decir demasiado.

La revista Contralínea, en cambio, se ha caracterizado por un viraje significativo en cuanto a su orientación frente al zapatismo, pues desde su fundación en abril de 2002 no había dedicado tanta atención a ninguna de las iniciativas políticas del EZLN; ni siquiera cuando en agosto de 2003 se crearon los Caracoles, sedes de las Juntas de Buen Gobierno, ya que lo haría hasta septiembre de 2004 cuando se cumplía el primer aniversario del acto más determinante en la teoría y la praxis del zapatismo: demostrar en la difícil tarea de gobernarse a sí mismas, a sí mismos, que otro mundo donde quepan muchos mundos es posible. En 2007 Contralínea tuvo otro rostro (no por nada fueron galardonados con el tercer lugar del Premio de Periodismo 2007 “América Latina y los Objetivos del Milenio”), y en ello tuvieron mucho que ver Zósimo Camacho y Nancy Flores, quienes junto con Fredy Martín Pérez, Paulina Monroy, Nydia Egremy y Alba Martínez cubrieron prácticamente todo el recorrido de la Comisión Sexta del EZLN a lo largo de la segunda etapa de la Otra campaña.

Por su parte, Hermann Bellinghausen y Gloria Muñoz Ramírez refrendaron su honestidad en tanto trabajador y trabajadora de los medios de comunicación, junto con reporteras y reporteros como Blanche Petrich, Ángeles Mariscal, Elio Henríquez, Jesús Ramírez Cuevas, Enrique Méndez, Roberto Garduño, Alonso Urrutia, Tania Molina Ramírez, Antonio Heras, Claudio Bañuelos, Mariana Chávez, Armando G. Tejeda, Emir Olivares Alonso, Gerardo Flores, Israel Dávila, Víctor Ballinas, Irene Sánchez, Jesús Narvaez Robles, Ulises Gutiérrez, Arturo Jiménez, Matilde Pérez Uribe, Laura Poy Solano, Gustavo Castillo, Luis A. Boffil Gómez, Ericka Montaño Garfias y Gabriel León Zaragoza; lo mismo que con articulistas de la talla de Luis Hernández Navarro, Gilberto López y Rivas, Marcos Roitman Rosenmann, Jaime Martínez Veloz, Magdalena Gómez, Ricardo Robles O., Carlos Montemayor, Francisco López Bárcenas, Dolores Camacho Velázquez, Arturo Lomelí González, Naomi Klein y Carlos Fazio.

La labor periodística de Bellinghausen y Muñoz Ramírez fue tal en 2007 que inclusive fueron blanco de agresiones. El 8 de marzo, La Jornada publicaba en su sección “El Correo Ilustrado” una carta del mismo Bellinghausen en la que el también narrador y poeta denunciaba que “un grupo de personas amagó con interceptar el paso de una brigada de observadores internacionales y reporteros (entre quienes me encontraba) en las inmediaciones de Agua Azul, acción que no se concretó pues se concentraron decenas de hombres y mujeres de las comunidades zapatistas circundantes, y el grupo mencionado se retiró”. El 22 de agosto, según denuncia de la revista Rebeldía, de cuyo consejo editorial es integrante Gloria Muñoz, “dos sujetos con corte tipo militar entraron a la casa de Gloria, quien se encontraba fuera de la ciudad cuando le robaron dos computadoras, libros, dinero, aparatos electrónicos que usaba para realizar su trabajo periodístico, todo su archivo sobre Chiapas desde 1994, fotografías personales, discos compactos, además de causar bastante desorden”.

En 2008 la cosa no pintará mucho mejor: a tan sólo 11 días de haber iniciado el año Bellinghausen denunció públicamente que en semanas recientes “he detectado, lo mismo que las alarmadas familias vecinas, que mi casa en San Cristóbal de las Casas es rondada y vigilada por desconocidos que huyen al ser interpelados, y siempre llevan consigo cámaras fotográficas (o algo parecido). Esos sujetos, siempre vistiendo camisas deportivas como de equipo de futbol, no tienen ninguna justificación para ingresar reiteradamente en mi jardín”. En otras ocasiones “me han seguido vehículos hasta la puerta, para retirarse de inmediato. O bien, hay individuos en motocicleta ‘casualmente’ estacionados en la entrada del callejón donde vivo”. En su carta, quien al décimo aniversario de la masacre en Acteal publicara un extenso reportaje de 21 entregas, preguntaba: “¿A eso debemos acostumbrarnos los periodistas como ‘gajes del oficio’ en la nueva ‘normalidad democrática’?”

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