04 junio 2008

S.O.S. Cocó, atentando al pudor.


Foto: Abraçando a Cocó, de alexzapa.

Retomo el nombre impuesto a la que quizás sea la obra más famosa de la dramaturgia de Carlos Prieto luego de leer que en Fortaleza, Ceará, en Brasil, la secretaria de Medio Ambiente, la señora Daniela Valente Martins, ha interpelado judicialmente al abogado y profesor João Alfredo Telles Melo acusándolo de “crime contra a honra”; algo parecido a lo que en México llamamos “daño moral”.

Quienes, ora tibia, ora decididamente, hemos participado de alguna u otra forma en luchas por la defensa de algo tan preciado como el medio ambiente, sabemos lo importante que puede llegar a ser el que nuestros reclamos sean escuchados en otras latitudes del planeta. Es una consecuencia del “piensa global, actúa localmente” que de vez en vez cruza por nuestras mentes sabiendo que lo único que podemos cambiar es nuestro entorno inmediato, pero seguras y seguros de que ése cambio, por pequeño que sea, repercute cual efecto mariposa en todos los rincones del planeta: el hogar común a todas, a todos.

Por esto mismo, a pesar de los temas tan valiosos por tratar en aquestas tierras, como la defensa del petróleo, la resistencia frente a la contrarreforma laboral, la objeción de conciencia de cara a la militarización del país, la expulsión de miradas incómodas en materia de derechos humanos, el abandono canalla para con las comunidades zapatistas asediadas hoy más que nunca, el creciente feminicidio en todo el territorio nacional, la mal llamada colombianización (porque para mí Colombia es mucho más que sus gobernantes tejiendo alianzas con paramilitares y narcotraficantes) del país, la complicidad de los tres Poderes de la Unión en sus tres niveles de gobierno lo mismo con pederastas que con traficantes de personas… a pesar de todo esto y mucho más, insisto, es que poso la mirada a miles de kilómetros de aquí: el Parque Ecológico de Cocó, donde la Prefectura de Fortaleza vía su Secretaría de Medio Ambiente autorizó la construcción de la llamada Torre Empresarial Iguatemi en las orillas del río Cocó, violando resoluciones y leyes federales y amenazando un manglar que se encuentra en “área de preservación permanente”.

Según lo que he leído y entendido en mi pobre y poco excusable mal uso de la lengua de Pessoa y Chico Mendes, la lucha en defensa del Cocó recién logró la detención de las tareas de construcción de la Torre de Iguatemi en tanto no se realice un referendo sobre los pros y los contras de ésta. Quien guste puede enterarse de esto en el güeblog del movimiento y por letra del mismo Telles Melo en su artículo SOS Cocó: luchas, victorias y perspectivas (en portugués), el cual se convirtió precisamente en la razón de la querella por “crímenes contra el honor” de la señora Valente Martins en contra de nuestro compañero João Alfredo.

Según la actual secretaria de Medio Ambiente de la Prefectura de Fortaleza, João Alfredo ha lesionado su honor por lo dicho en su artículo y lo emplaza a presentar los documentos que afirmen sus acusaciones o atenerse a la providencia, como dice el eufemismo, de las acciones civiles y penales correspondientes. Uno no puede sino preguntarse: ¿Quién “lesiona el honor” de quién? ¿Quién comete “crímenes contra la honra” de quién? No digo que la señora Valente Martins pueda siquiera lastimar la imagen de João Alfredo; lo hecho por el también integrante de Greenpeace, así como por las demás personas que están defendiendo al Cocó, le reviste de una dignidad a toda prueba y, en todo caso, las acusaciones de ésta “funcionaria de medio ambiente” sólo conseguirán enterarnos de la alta calidad moral de su movimiento a quienes estamos tan lejos en el estar pero tan cerca en el pensar.

El daño moral es, pues, para todas y todos quienes representados en la lucha del S.O.S. Cocó creemos, estemos en Brasil, México, España, China o Australia, en cada rincón del planeta, que la Tierra misma es patrimonio mundial de quienes vivieron, vivimos y vivirán en ella. Eso es lo que no entendieron, ni entienden, quienes desde los ayuntamientos de Cuernavaca y los gobiernos estatal de Morelos y federal mexicano, los tres panistas, se conjuraron en 2001 para destruir la riqueza natural y cultural del ex Casino de la Selva a favor de Costco-Comercial Mexicana y ahora se coligan para la imposición de rellenos sanitarios en Loma de Mejía y la extracción especulativa, comercial e industrial del agua del río Apatlaco. Eso es lo que no entendieron y no entienden quienes desde los actuales (des)gobiernos, también panistas, de San Luis Potosí y México traman la destrucción de Cerro San Pedro y todo lo que natural, cultural e históricamente significa, a favor de Minera San Xavier.

Para autorizar la construcción de la Torre de Iguatemi, la señora Valente Martins como secretaria de Medio Ambiente precisaba de un estudio ambiental previamente consultado, revisado y aceptado por el Consejo Municipal de Medio Ambiente de la Prefectura de Fortaleza; no hubo tal estudio, ni el COMAM fue reunido para supervisar nada: igual que en Morelos, lo mismo que en San Luis Potosí. Sin embargo, dirían algunos, que estas cosas pasen bajo gobiernos derechistas no debería extrañarnos; lo lamentable sería que esto mismo sucediera en países gobernados con proyectos de izquierdas… como Brasil.

En un mensaje de apoyo a João Alfredo, el filósofo y teólogo brasileño Leonardo Boff escribe:

"Meu caro João Alfredo,

Face ao processo a que está sendo submetido pela Prefeitura de Fortaleza quero manifestar meu apoio a você. Com a nova consciência ecológica que está crescendo em todas as partes, tais projetos que você e seu grupo criticam e se opõem não podem mais ser aceitos. Causa estranheza que um governo local de caráter popular não tome mais a sério esta questão ecológica.
Reiterando meu apoio, saúdo-o fraternalmente,

Leonardo Boff."

Así, pues, quien debe explicar por qué la ley fue transgredida es la misma Daniela Valente Martins; de lo contrario, las suspicacias pueden comenzar a sucederse una tras otra y, como en los casos arriba descritos en México, no será extraño que, por ejemplo, alguien la señale por el delito de tráfico de influencias cuando crean que la licencia que otorgó tiene que ver con que el dueño de la Torre de Iguatemi es el empresario Tasso Ribeiro Jereissati, ex gobernador de Ceará y actual senador por el Partido de la Social Democracia Brasileña. En otras palabras, es la señora Valente Martins quien atenta contra su propio honor y su salud, la de sus hijos (si los tiene) y, en lo inmediato, la de todas las demás personas que viven en Fortaleza, Ceará; no nuestro compañero João Alfredo.

El mundo, dijera Eduardo Galeano, está patas arriba: los jueces acusan de injurias a quienes queman carteles, hacen caricaturas o editan portadas de osos ebrios al ser cazados si en unos y otras aparecen políticos que “chambean” de reyes, pero se hacen de la vista gorda frente a aquellos que llaman criminales a quienes defienden la historia como memoria; los políticos que hablan de defender los recursos energéticos, tienen como principales paladines de su nacionalismo a quienes desde el Poder desmantelaron al país durante décadas; los gobiernos que se dicen comunistas traspasan el Poder por línea consanguínea de hermano a hermano u organizan olimpiadas teniendo como base la explotación infantil, y los funcionarios de medio ambiente, sean de derechas o de izquierdas, autorizan a empresarios criminales la destrucción de la riqueza natural y demandan por “crímenes contra el honor” a quienes luchan por lo que ellas y ellos deberían estar trabajando. Puro atentado al pudor, sin duda.

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