13 enero 2008

Del muy otro 2007 al nuevo 2008 [1]

El año que recién dejamos atrás vino a ser no sólo el segundo caminar del esfuerzo más radical de construcción de una forma muy otra de hacer política en México, de izquierda, anticapitalista, civil y pacífica, escuchando y tomando en cuenta la palabra de quienes abajo luchan por un país y mundo nuevos y mejores donde quepan muchos mundos y donde quienes manden lo hagan obedeciendo: la Otra campaña; sino que sirvió también de marco temporal y espacial para que las personas, familias, grupos, colectivos, organizaciones y pueblos que suscribimos la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, publicada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en junio de 2005, fuéramos definiendo claramente nuestro continuar o no como adherentes de la Otra, así como el carácter de nuestra militancia abajo y a la izquierda.

De cara al 2008, año quince de la resistencia por la humanidad y contra el neoliberalismo que tiene en Chiapas uno de sus asideros más significativos, como acaba de quedar de manifiesto tras los tres días que fueron la nuez del encuentro entre las mujeres zapatistas y las mujeres del mundo, Tercer Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo “La Comandanta Ramona y las zapatistas”, bien vale la pena mirar a vuelo de pájaro el año que atrás se queda y lo que durante su paso hicimos o dejamos de hacer, para hacer fuerte el caminar de este otro que ya comienza y que la prensa escrita y electrónica atiborra de un titipuchal de buenos deseos; pero también, más claro que nunca, de malos presagios.

En México, lo sabemos bien, aunque a veces parece que quisiéramos olvidarlo, estas fechas no son ya, desde hace 14 años, sólo el trago amargo que deja atrás la alegría de encuentros familiares plagados de cándidos propósitos que casi nunca son emprendidos para comenzar a andar cuesta arriba la imposible recuperación del mediocre poder adquisitivo que nuestros bolsillos tenían unas semanas antes; son, sobre todo, el recuerdo de un aniversario doble: el de la entrada en vigor del mal llamado Tratado de Libre Comercio de América del Norte y, con ello, el de “la entrada triunfal” al Primer Mundo, es decir, a la aldea global trazada por los dictados de un modelo de producción criminal mejor conocido con el nombre de Capitalismo, y el de la aparición pública del movimiento antisistémico más emblemático de los últimos tres lustros en tierras mexicanas que, quiérase reconocer o no, cambió sustancialmente la manera que tienen de mirarse a sí mismas, a sí mismos, y entre sí, quienes abajo, siendo amas de casa, trabajadoras y trabajadores del campo y la ciudad, jóvenes, ancianas y ancianos, artistas e intelectuales, otros amores, niños y niñas, indígenas, mantienen encendidas las calderas de ése mismo sistema, el capitalista, que día a día les desprecia, humilla, maltrata y explota hasta las penúltimas consecuencias.

Así, cada que un año ha terminado y otro nuevo le ha seguido a lo largo de las últimas 14 cuentas, en algunos de nosotros, en algunas de nosotras, suele ocurrir algo así como una especie de invitación para caminar, ahora lo sabemos bien, hacia los siete puntos cardinales de nuestro quehacer personal y colectivo, siempre amoroso, siempre político, entre el arriba que se piensa, el abajo que se escucha, el delante que se mira, el detrás que se gusta, el un lado que se toca, el otro lado que se huele y el centro que se siente, y entre todas sus combinaciones probables y posibles en ese todo que año tras año se sueña, que año con año se construye. Y, el paso del 2007 al 2008, historia de múltiples tejidos-caminos abajo y a la izquierda, sirviendo de puente entre el dolor y la esperanza, faltando siempre lo que falta, lugares y frases comunes que dejan de serlo cuando se les ha adoptado para hacer el esfuerzo de entenderlas, de aplicarlas… este paso, decía, no podía ser la excepción.

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