16 diciembre 2007

Fraude, México 2006/2

Fraude: México 2006 se trata de un filme inteligente y emotivo a todas luces; insisto: un muy buen panfleto. Mucho más respetuoso para con lo que la gente piensa y siente, en comparación con la sarta de espots (también panfletarios) que aprovechándose de las tragedias en Tabasco y Chiapas intentaron servir de trampolín a la nula legitimidad de Felipe Franco Pinochet.

Fraude: México 2006 es también, sin duda, un documento histórico; con esta convicción entré a la sala de exhibición y con esa misma convicción salí de ella. Hay, sin embargo, algunas inconsistencias (perdón, se me quedó pegado el lenguaje legaloide electoral) de las que creo no puedo callar. En principio, “la película de millones de mexicanos…” es, en parte, un fraude en sí misma.

Me explico. Fraude: México 2006 se ha anunciado por su realizador y su productor como una cinta que da cuenta, como su nombre lo dice, de la burla a la voluntad popular expresada en las urnas el 2 de julio de 2006 (cosa en la que se cumple); pero de la que siempre se negó que fuera también una película que hace las veces de culto a la personalidad de Andrés Manuel López Obrador, otrora candidato presidencial de la Coalición Por el Bien de Todos y actualmente dirigente de ése imaginario que algunos llaman la presidencia legítima de México, cosa en la que no sólo no se cumple sino que hasta se le compara con Salvador Allende.

Por otra parte, Fraude: México 2006 se promovía como el documental que terminaría por desvelar el laberíntico basurero de la legalidad y la democracia capitalistas (aunque no se decía con estas palabras), de modo que quienes estábamos seguros de que se había cometido fraude supiéramos también explicar cómo había sido, y quienes están ciertos de que las elecciones de 2006 brillaron de tan limpias se dieran la oportunidad de preguntarse: “¿y sí no?”. Sin embargo, la producción de Contra El Viento Films no dice nada que sus socios y muchos otros no hubieran dicho ya (inclusive se guarda información que podría ser fundamental para la película, en tanto documento histórico). Así, pues, Fraude: México 2006 es más bien “una película de millones de mexicanos…” realizada para consumo de esos mismos millones de mexicanos.

Esto del autoconsumo de un producto en principio artístico con justificaciones políticas, no es, creo yo, algo ilegítimo. Pienso que es bastante válido, sobre todo cuando se estaba en vísperas de su “tercera asamblea”, en la que mucha gente esperaba sirviera de marco al gran anuncio del lopezobradorismo (anuncio que no se dio): deslindarse del perredismo, pero que no fue sino la confirmación de que las ictéricas canalladas de la supuesta revolución democratizada seguirán siendo parte de la capirotada que se insiste en nombrar presidencia legítima. La cosa es que al quedarse en el autoconsumo está muy lejos de significarse más allá del mero artilugio propagandístico.

Muchos detalles se quedan en el tintero. Por ejemplo, en el plano de lo cinematográfico, contar de lo que para mí fue un empleo inteligente de ciertos recursos, como disponer de una voz femenina para la narración y de otra, masculina, para las entrevistas; “enmarcar” con escenas trabajadas en velocidades diferentes (menos de los 24 cuadros por segundo) el filme todo, dándole un toque como de película filmada a principios del siglo 20, o haciendo coincidir en una suerte de diálogo a muchas voces lo mismo las entrevistas que las grabaciones de todos los formatos disponibles, en una edición que creo excelente.

En el plano de lo político, poner en la mesa cuestiones que son fundamentales pero que pasan desapercibidas, como el hecho de que, según aseveraciones de Andrés Manuel López Obrador, el secretario de la Defensa Nacional en el sexenio foxista haya intervenido destacadamente en política, asuntos que no son de su competencia, en medio del desafuero que a él, a López Obrador, le orquestó la oligarquía, o la contradicción de quien insiste en presentarse, en tanto presidente legítimo, como un hombre que estima su honestidad como lo más importante de su persona y continúa guardando un silencio criminal ante la connivencia de su partido y su propia presidencia para con la estrategia guerrerista que Felipe Franco Pinochet pone en marcha contra los municipios autónomos zapatistas en connivencia con el priísmo local (léase: los caciques y terratenientes de toda la vida).

No hay comentarios:

Publicar un comentario