16 diciembre 2007

Fraude, México 2006/1

Por fin, Contra El Viento Films consiguió estrenar la cinta que se promociona como “una película de millones de mexicanos dirigida por Luis Mandoki”. Así que apenas, a penas, comenzó a proyectarse en las más de 200 salas que tiene previsto hacerlo, me apuré a verla movido en principio por una suerte de experimento muy personal: conocer por mí mismo la reacción de la gente entorno a la “tercera asamblea informativa” de su Convención Nacional Demócratica (CND), en el zócalo de la ciudad Monstruo.

Mis segundas motivaciones, lejos de enterarme de las evidencias recogidas por Mandoki sobre el descomunal fraude electoral, pues no esperaba que el director de Voces inocentes mostrara algo nuevo bajo el sol, respondían a meros intereses cinematográficos: saber qué había hecho con tanto material que él mismo no había filmado y atestiguar el resultado de un filme que en principio decía reconocerse como una película coral.

Salvadas las razones anteriores, que incluye el gusto personal que tengo para con el documental, género que si no mal recuerdo fue el primero en filmarse en estas tierras por aquellos años de la guerra que algunos llaman la Revolución Mexicana y que a pesar de ello ha sido el más desdeñado por público y distribuidoras, confieso que también tenía un fuerte interés por ser parte, al menos desde la butaca, de lo que creo es ya un hecho sin precedente en la historia que comparten el cine y la política en nuestro país. Supongo que no ha sido nada fácil producir, realizar y exhibir un panfleto de semejantes proporciones; sobre todo cuando es contrario al servilismo que profesan empresas como la Warner Brothers Company, Televisa o Cinépolis en aras de sus negocios con Felipe Franco Pinochet, dizque presidente constitucional de México.

Tras ver Fraude: México 2006 la rabia, como dijera una señora que estaba en el asiento detrás del que estaba yo, aparece de nuevo; creo que ése es uno de los propósitos fundamentales de Arreola y Mandoki, y lo han logrado. En lo personal, salí con un profundo respeto por toda esa gente (quienes filmaron, quienes se dejaron filmar, quienes se cooperaron para que la película pudiera ser terminada, quienes vigilaron la proyección de los trailers, quienes han comenzado a asistir a las exhibiciones… los millones de mexicanos correalizadores) y salí también con la esperanza de que sus aspiraciones de libertad, justicia y democracia verdaderas no se vean burladas de nuevo próximamente “en su cine favorito”; es decir, por el hombre que alguna vez les dijo que les amaba desaforadamente para luego negociar, con todo y guardada del moñito tricolor, las movilizaciones que lo llevaron a tener su nombre y el de su coalición en las boletas aquél 2 de julio de 2006.

Es de agradecerse, sin embargo, el oficio del cineasta con respecto a la edición de tantas y diversas grabaciones, logrando hacernos sentir que se trata de una respiración común; como también la apretada colección de pruebas del fraude, en un documento que consigue lo imposible: presentar un historial redondito de las piezas sueltas del rompecabezas de la democracia a la mexicana.

Más aún, Fraude: México 2006 es también una lección de que, como dijera el personaje principal de la película, en México la democracia no ha existido nunca. Son conmovedoras las imágenes de Salvador Allende (a quien la mayoría de quienes vean el filme quizá desconozcan), del mega plantón en Reforma, de la indignación de la gente que se sabe burlada o de la impotencia ante la criminal resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; como son provocadoras las escenas de los autonombrados comunicadores, verdaderos esbirros, sumándose a la canallada y el descaro, también expuestos, de quienes fueron y son la mano que meció la cuna del fraude.

Todas y todos están allí, comenzando por Felipe de Carlos Salinas Calderón tomando posesión como presidente de México en 1988/2006 y Vicente de la Madrid Fox Hurtado(r) declarando que aquestas son las elecciones más limpias de nuestra historia, secundados por Luis Carlos Ubartlet. Mandoki va de las muy acertadas comparaciones históricas al detalle casi imperceptible de una mancha en una boleta que mostrando claramente la intención del voto será anulada por un consejo electoral distrital digno de una obra de Valle-Inclán, pasando por el desfile de personajes igualmente esperpénticos como Elba Esther Gordillo, Carlos Ahumada, René Bejarano, Víctor Trujillo, Adela Micha, Carlos Marín, Leonel Castillo, Diego Zavala… finísimas personas todas y todos ellos.

Y es verdad: Mandoki no desveló nada nuevo bajo el sol; pero quizá por eso mismo, porque estando todo demostrado, tan claramente expuesto no sólo de ahora, el fraude es aún más grotesco en su consumación e institucionalización.

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