Luis Vicente León / Prodavinci
Esta crisis es quizás la peor de nuestra historia. No sólo por la magnitud del deterioro, que ya es bastante, sino porque está ocurriendo sin necesidad. Es una crisis inducida, por la ideología, por la ignorancia o por las dos, el resultado es igual. Ver la situación en la que se encuentra el país da rabia, frustración, asombro, miedo, pero sobre todo, mucha tristeza. Venezuela sin medicinas, que se refleja en la cara desesperada de una mamá buscando un antibiótico urgente para su hijo o de un hijo buscando albúmina humana para salvar la vida de su mamá. Con la infraestructura en el piso, que somete a la población a horas o días sin servicios básicos. Con la inflación más alta del mundo, que destruye la capacidad de compra de la gente. Sin billetes ni monedas para pagar. Con escasez galopante, haciendo colas inmensas para comprar una canilla de pan. Mendigando una caja de comida del gobierno que puede o no puede llegar y de la que dependen familias completas que no pueden protestar a riesgo de perder lo que les dan, a veces todos los meses, a veces trimestral, a veces 12 kilos, a veces 10 y no preguntes o te vas. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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