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Restaurantes, bares, almacenes de souvenirs y de chucherías, gente de todas las razas, colores y apariencias. En medio de este ambiente cosmopolita se encuentran algunas grandes universidades como la UQAM (donde estudié por seis meses francés) y otras más pequeñas, al igual que varios colleges.
En uno de estos templos de la sabiduría, han para su fortuna contratado a uno de los mejores profesores de español de Montréal. Adivinen…… ¿Quién carajos es?
Si señores, no se equivocan. El día de las brujas empezaba a las 6 p.m.
A las 7:30 cuando deambulaba nervioso por el aula vacía esperando a los estudiantes que decidieron no conocerme aún, madame la directrice se acercó para decirme:
-Puede irse; me parece que esta noche ya no viene nadie. De todas formas igual pagaremos su tiempo. Lo espero mañana.
El día siguiente fue mi debut en Canadá como profesor y la flauta me sonó, porque además de que los estudiantes hicieron buenos comentarios sobre mi clase a la directora. Me sentí en mi elemento: “Había cazado los leones”.
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